sábado, 24 de julio de 2010

Memorias

El tiempo me ha dejado marcas en el pecho, marcas que no cicatrizan vívidas pero anestesiadas para no olvidar lo que he aprendido, pero ya no me molestan, ya no me duelen; aquellas que son huellas de mi pasado, que enseñan mi presente, y que perdurarán en mi futuro, más aún, me acompañarán mas allá de la muerte, donde el ser no siente y el alma no se aflige.

Justo ahí se guardan como en un baúl los abrazos sinceros, las risas y carcajadas, los llantos agónicos, las furias y frustraciones, tan vividas como en el momento en el que acontecieron. Ahora abrazo ésta nueva hija que se aferra a su lugar en el baúl con la esperanza de no terminar empolvada en un rincón, de ser usada una vez más.

Escarbando pecho adentro, encuentro al motor de mi vida, latente e incansable procurando el oxígeno al resto del cuerpo, el que retumba en mis tímpanos cuando mi cabeza se encuentra en la almohada, aquel que solo basta poner la mano en el pecho para sentirle, vivo y atento al tiempo. En él guardo los momentos mas preciados, atesoro las caricias que me embelesan, la mirada fuerte y reconfortante que me dice te quiero sinceramente; los besos que me provocan hilarante timidez, los que seducen mis labios y los vuelven adictos a "Él".

Mi baúl sin fondo se llena de abrazos de apoyo, todos ellos sinceros, todos ellos me llenan de alegría, me dan una paz y seguridad inigualables, a los cuales me entrego con pasión y me dejo llevar en un mar de emociones, que me recubren, pero no me ahogan.
Tengo branquias con las cuales respiro cada sensación que extasía mi ser, y las lleva a mis pulmones que absorben cada sentir y lo lleva a una cadena fractalaria de venas. 
Y quiero hacerlo una vez más, perderme en el recinto de tu cuerpo, y disfrutar de ese aire que nos envuelve....

Solo resta esperar... para guardar mas memorias... 

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